En el cristianismo, y desde los tiempos de la antigüedad y de la iglesia primitiva, tiende a celebrarse el conocido como Día de Todos los Santos. Una fiesta que en la actualidad continúan celebrando los católicos, así como otros cristianos como son los pertenecientes a la iglesia ortodoxa. Aunque en un primer momento esta fiesta se erigió en reconocimiento de la muerte de mártires cristianos, con el tiempo fue derivando en un reconocimiento a todas y cada una de las personas fallecidas que hay en el mundo y especialmente a aquellas que formaron parte de nuestra familia.
Pero al contrario de lo que pudiera parecer, existen fiestas similares cuyas coincidencias y similitudes con el Día de Todos los Santos católico o con Halloween es simple fruto de la casualidad. O quizá no, quién sabe. Y es que determinar el origen de una tradición ancestral es muy complicado, ya que la mezcla de culturas y el paso de los siglos hace que muchas beban de otras asimilando conceptos y prácticas nuevas como propias. Sea como fuere, lo cierto es que el Día de Muertos, cuya particularidad es propia de México, pudo haber tenido su origen durante la época prehispánica, ya que el culto a los difuntos por parte de la cultura mesoamericana era bastante fuerte sabiéndose que incluso dedicaban varios días de fiesta en el calendario a honrar a los mismos.
Muy probablemente esto explique algunas de las costumbres más famosas de esta fiesta, como es la simbología abundante de calaveras y cráneos a modo de disfraz o máscara. Los pueblos prehispánicos americanos parece ser que tuvieron la costumbre de conservar los cráneos de los muertos a modo de trofeo; un trofeo que después se utilizaba en las festividades en honor a los difuntos. Tal vez una forma de representar el morir y el renacer de las personas y de los humanos como civilización.
Lo único cierto es que la festividad del Día de Muertos se diferencia de la festividad del Día de Todos los Santos en un aspecto fundamental, y es el de celebrar la fiesta con alegría y mucho color. Las calaveras pueden estar presentes en forma de dulces, en forma de composiciones de flores, en máscaras…son muchas las posibilidades, y el objetivo común de todas ellas es hacer una ceremonia en honor de las ánimas perdidas y hacer que en su vuelta, producida en los días 1 y 2 de Noviembre, el difunto se sienta como en casa y feliz.
La llegada de los españoles sin duda influyó en la festividad del Día de Muertos haciendo que esta coincidiese en fecha asociándose de algún modo a la tradicional fiesta de difuntos cristiana.
La festividad del Día de Muertos es una fiesta en la cual lo vivo, convive con lo que ya no está, y las familias pueden disfrutar de nuevo, en un sentido alegórico y festivo, de la compañía de los que se fueron. Una tradición, sin duda, muy bella y digna de conocer.