Cada año, durante la temporada de vacaciones, parece que los eventos y las obligaciones se acumulan a una velocidad tal que, antes de que puedas darte cuenta, terminas involucrado en mil y una visitas o fiestas familiares. Esto, aunque puede ser encantador y también divertido, termina generando bastante cansancio y, al final, la mayoría de las personas terminan deseando que las fiestas se acaben para desconectar. Esta sensación de agobio puede terminar alejándonos de la idea de compartir y disfrutar junto a la familia, y convirtiéndolo al final en algo negativo y de lo que deseemos huir.

Pero, ¿somos justos con estas actitudes? Lo cierto es que cuando en alguna familia pasan cosas malas, como el hecho de perder a algún ser querido o de alguna enfermedad, tendemos a encogernos todavía más y a veces hasta odiar las navidades. El sentimiento es lógico, pues se entiende como una época de felicidad y de regocijo que contrasta fuertemente con situaciones tan tristes y desagradables. Es entonces, sobre todo cuando dichas situaciones son irremediables, cuando terminamos dándonos cuenta de que todas las anteriores navidades habíamos desaprovechado el tiempo y sido bastante injustos.

Tal vez la clave esté en rebajar un poco esos ritmos frenéticos típicos de las fechas festivas navideñas y pararnos a pensar y a respirar. Siéntate junto a una buena chimenea, si tienes la oportunidad, o en algún sitio tranquilo de tu casa, y piensa seriamente cuáles son las cosas que te importan de verdad en la vida, y procura acercarte a ellas todavía más en Navidad. Intenta este año hacer menos cosas y conectar con tu fuero interno a un nivel más profundo que el de costumbre, para evitar la ansiedad y el estrés que terminan creando las fiestas.

Recuerda que la Navidad es una época de dar gracias, de alegría y de hermandad, por lo que deberías procurar mantener ciertas conexiones con aquellas personas y tradiciones que de verdad sean importantes para ti, y no dejar que te marquen el ritmo los centros comerciales ni la publicidad atosigante, o lo que es lo mismo, buscar las cosas auténticas y huir de todo lo superfluo y artificial.

 

amor de familia en navidad

 

Claves para una Navidad llena de corazón y alma

  • Practica la gratitud. El acto de apreciar las cosas buenas que nos suceden en la vida es sencillo, pero cargado de valor y de profundidad. Trata de agradecer toda la felicidad que hayas tenido en el año y comparte esos momentos con tu familia en una sencilla y agradable conversación al calor de la estufa o de un chocolate caliente.
  • Da a los demás. Deja el egoísmo y los caprichos a un lado y céntrate en aquello que pienses que puede hacer felices a los demás. Dar a otros te quitará frustraciones y angustias de encima, y te hará sentir que todo vale la pena de verdad menos agobiarse.
  • Esparce amor. La Navidad es una época ideal para manifestar el cariño, aunque esto sea algo que debiera hacerse todo el año. Envía tarjetas o saca tiempo para una llamada telefónica o un café con amigos, y trata de no contenerte a la hora de expresar tus sentimientos hacia esas personas a las que tanto quieres. En Navidad pocas cosas son tan necesarias como expresar las emociones con sinceridad.
  • Escribe notas y mensajes. Aprovecha las fiestas para dar rienda suelta a tu creatividad y a tu instinto para las palabras bonitas, que seguro que lo tienes. Escribe cartas llenas de mensajes de aliento a las personas mayores de tu familia y a las más jóvenes. Tus palabras les llenarán de alegría y consuelo y serán un motivo de charla y de reunión digno de repetir cada año. Esta actividad tan sencilla, junto a las demás, puede ayudarte a encontrar ese verdadero espíritu que debería tener la Navidad, lejos de carreras y de regalos sin alma.