Desde pequeños los mayores nos hacen partícipes de alguna forma del miedo. Nos hablan de monstruos que se esconden bajo la cama, o en los armarios, y nos hacen cómplices de su miedo a la oscuridad. Porque, ¿qué sabe un niño de temores si no es porque los adultos continuamente les avisan de que no hagan esto y lo otro? ¿O de que puede venir el Coco si se porta mal?

Sería bonito crecer sin miedos y sin temores arcaicos transmitidos de generación en generación, pero es muy probable que sea imposible comprobarlo algún día. Los adultos vivimos rodeados de miedos y de inseguridades, y de nuestra responsabilidad y cuidados dependen aquellos que vienen al mundo. ¿Cómo hacer entonces que crezcan sin saber lo que es el miedo?

Podríamos consolarnos a nosotros mismos diciendo que tener algo de miedo puede ayudarnos a obrar con precaución en un mundo rodeado de peligros, y por tanto, ser beneficioso. Pero lo cierto es que los miedos no siempre son racionales, y muchas veces surgen de nuestros propios fracasos: un matrimonio que se rompe, una amistad que se acaba, una ansiedad que nos devora, un odio que no nos deja vivir, un sueño que no llega, o un padre o abuelo que se va para no volver jamás.

El ser humano sufre, y eso es una verdad tan inconsolable como natural, y precisamente eso hace que no podamos luchar contra muchos de nuestros monstruos. Pero aprender a aceptar que son cosas de la vida, aprender a relajarnos y a manejar mejor el estrés que dichas situaciones nos provoquen, o procurar minimizar los daños que acarreen, sin duda nos ayudará a enfrentar la vida de la mejor de las formas posibles, enseñando a los más pequeños de la casa con ello que tal vez ese monstruo del armario no sea malo y esté lleno de sonrisas que ofrecernos tarde o temprano. Hacer frente a los problemas, o matar monstruos, es lo único que puede ayudar a solucionarnos y a no sufrir o a hacerlo lo menos posible. Por eso es necesario dejar que los niños descubran sin prisa a esos monstruos que seguro llegarán.

La nueva película de Juan Antonio Bayona, Un monstruo viene a verme, basada en la novela de Patrick Ness, es un gran ejemplo de la necesidad que el ser humano tiene de luchar contra sus monstruos y de acabar con ellos, sin darse cuenta de que tal vez la solución se encuentre en aprender a vivir y a convivir con ellos; en adiestrarlos.

Ser valientes con la vida es el verdadero camino que nos conduce hasta la guarida del monstruo, y lo que permite que podamos salir de ella sanos y salvos. Y esa valentía hará que los niños, algún día, no teman nunca jamás a la oscuridad.

¿Probamos?