“Lo menos que puedo hacer es hablar por aquellos que no pueden hablar por sí mismos”

Mucho de lo que sabemos sobre el comportamiento de los chimpancés hoy en día, sin duda es gracias a Jane Goodall, que pasó décadas de su vida en Tanzania (África) observando y tratando con los chimpancés para entender su vida y comportamientos.

 

JANE-GOODALL

 

Cuando Jane tenía un año, su padre le regaló un chimpancé de peluche en honor a uno nacido en el zoológico de Londres, y ella quiso tantísimo a ese juguete que sería el inicio de su amor y dedicación posterior por los chimpancés. La infancia de Jane transcurrió en Inglaterra, donde era una gran observadora de mascotas y de otros animales, a los cuales adoraba. De hecho tuvo muchas mascotas, ¡perros, gatos, cobayas, orugas, caracoles y un hámster! A Jane también le encantaba estar en la naturaleza y leer libros e historias como la del “Doctor Dolittle“, que trata sobre un veterinario que viaja a África y aprende a comunicarse con los animales y cuya película fue protagonizada por Eddie Murphy en 1998 o más recientemente por Robert Downey Jr. Jane no tenía formación académica, pero eso no le hizo abandonar su entusiasmo por el estudio, logrando doctorarse con el tiempo, en el año 1965.

Cuando tenía poco más de 20 años, Goodall recibió una invitación de un amigo para visitar África y confirmó su amor y su fascinación por el entorno. Pasado un tiempo, Jane volvió y rápidamente consiguió un trabajo con Louis Leakey, un famoso científico que estudiaba el desarrollo de los humanos y que la animó a estudiar a los chimpancés en la naturaleza, impresionado con su entusiasmo por África y sus animales.

Finalmente, en aquel viaje Jane comenzaría un importante estudio sobre los chimpancés que transformó la investigación científica de los animales, y es que se centró en los chimpancés como verdaderos individuos con personalidades propias y diferentes, algo que no era común en la época, donde la comunidad científica consideraba a los animales como simples números. Su tarea, bastante dura y compleja (al principio los chimpancés desconfiaban de Jane y era difícil estudiarlos), era encontrar y acercarse a los chimpancés salvajes documentando su comportamiento, para arrojar así luz sobre nuestro propio pasado evolutivo. Con suma constancia, Jane descubrió a los chimpancés cazando cerdos salvajes y otros animales, entre otras muchas cosas, dando por errónea la creencia generalizada que se tenía entonces de que los chimpancés eran principalmente vegetarianos.

 

JANE-GOODALL-CHIMPANCÉ

 

Posteriormente Jane viajaría a otros lugares con el fin de mejorar el trato y la comprensión hacia los chimpancés y otros grandes simios, realizando, en definitiva, observaciones científicas (de las más importantes del siglo XX) como la de que los animales, en concreto los chimpancés, tienen personalidades al igual que los humanos. Durante los años siguientes, Jane abrió los ojos del mundo a la complejidad y riqueza de las comunidades de chimpancés, escribiendo sobre sus lazos familiares cercanos, sus luchas de dominación entre los hombres, o sus sistemas de comunicación similares a los nuestros, como las palmaditas en la espalda o los abrazos. Observó también que los chimpancés eran amables y gentiles, mientras que otros mostraban signos de agresión. También expresaban emociones humanas, como tristeza, ira y alegría, y tenían formas de abrazarse y besarse, ¡o incluso cómo se hacían cosquillas!

Jane terminó convirtiendo su trabajo con los chimpancés en una auténtica carrera y en toda su vida, traspasada a múltiples libros también para niños, en los que se pone de manifiesto de diferentes formas su estudio de estos mamíferos. Las observaciones posteriores de Goodall descubrieron que los chimpancés no solo fabricaban y usaban herramientas, sino que nuestros primos evolutivos más cercanos incluso se abrazaban, besaban, experimentaban la adolescencia, desarrollaban lazos madre e hijo, intercambiaban alimentos o incluso hacían guerras. Estos estudios demostraron que muchos de nuestros comportamientos como humanos no son únicos, y que pudieron haber sido heredados de antepasados comunes que el ser humano tuvo con los chimpancés hace unos seis millones de años.

 

GOODALL-ACTUALIDAD

 

Hoy, los rubios cabellos de Goodall (de 86 años recién cumplidos el pasado 3 de abril) se han teñido de blanco, pero su mirada sigue desprendiendo la misma tranquilidad y la misma admiración. Esa misma mirada que en la infancia leía y soñaba con cuentos de animales, como el de Tarzán, y que le hacían desear ser la auténtica Jane de la historia. Algo que demuestra, de una forma brillante y preciosa, que los sueños pueden conseguirse con esfuerzo y motivación, algo digno de enseñar a los más pequeños.