Cuando caminamos por el sendero de la vida, podemos hacerlo de muchas maneras. Por eso son muy distintas las formas de afrontar los problemas y el día a día que muestran unas personas y otras. Unas personas son más alegres, otras más pesimistas, otras más nostálgicas y tristes…Pero todas estas actitudes son igual de válidas, pues no se pueden juzgar las experiencias de cada uno y el estado de ánimo que generen las mismas en cada persona, o al menos no deberíamos. Eso sí, deberíamos ser conscientes de que la forma alegre y positiva es la que mejor viene a nuestra salud, pues refuerza nuestra mente y nuestro cuerpo con una potente energía capaz de encararlo todo con entusiasmo y emoción.

Las emociones en el ser humano pueden ser positivas y negativas, y todas son igual de necesarias y de naturales, y de todas ellas podemos extraer una buena dosis de aprendizaje. Sin embargo, es importante que aprendamos a trabajar con las más positivas (amor, esperanza, ilusión, entusiasmo, alegría…) y a minimizar las consecuencias de las más negativas (odio, desolación, tristeza, orgullo, ira…). Las más negativas pueden resultar perjudiciales para nuestras relaciones con los demás e incluso para nosotros mismos, siendo calificadas a menudo de tóxicas, por lo dañinas que pueden ser para nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Eso sí, también son necesarias (en su justa medida) para aprender de la vida y de nuestros errores y desaciertos, así como para no volver a tropezar en el futuro con la misma piedra.

 

La importancia de reconocer las emociones

Cuando uno experimenta con las emociones, debe aprender a reconocerlas y a admitirlas (sobre todo con las negativas) para que las heridas puedan cicatrizar y sanar. Pero, ¿qué más cosas podemos aprender de las emociones consideradas negativas?

  • Aprender a observar. Todo es bueno en la vida, porque todo nos enseña algo. Y es que la belleza no solo habita en el maquillaje y en los asuntos relacionados con la estética o con los grandes paisajes, sino que también se encuentra en muchos otros aspectos, como nuestra propia respiración, el interés que pongamos por las cosas, la felicidad y la sonrisa de los demás…Si aprendes a observar esos detalles a tu alrededor, pronto te darás cuenta de lo valiosa que es la vida y las emociones negativas te resbalarán.
  • Perdonar para poder querer. Cuando le haces daño a otros, no te das cuenta que el daño no se lo haces directamente a ellos, sino que te lo haces fundamentalmente a ti, pues es a tu interior a donde vuelve el boomerang de las malas energías. Cuando te equivoques aprende a pedir perdón para sanar las heridas, pero sé tolerante también con aquellos que te ofendan a ti, pues las malas energías solo atraen energías similares, de manera que es necesario relativizar para que los demás no te perjudiquen de manera personal a la larga. Eso sí, si el de enfrente no cambia su actitud hacia ti, huye lo más rápido que puedas.
  • No te refugies en los libros de autoayuda. El único conocimiento válido para una persona debe ser aquél que se base en la propia experiencia y no en las opiniones ni vivencias de otros. Esto es importante recordarlo en la era de los gurús y de los maestros de todo, pues nadie como tú sabe ni sabrá por lo que has pasado ni los sentimientos que albergas en tu interior. En la vida uno siempre debe ser su mejor maestro.