El amor platónico definido por el propio Platón, es la motivación que sentimos los seres humanos por intentar conocer la belleza, una belleza que siempre está ahí y que solo puede ser contemplada por quien siente el deseo real de hacerlo. Pero… ¿qué es la belleza? Justamente en ello está lo difícil de alcanzar el amor platónico, pues la belleza es una noción abstracta totalmente indefinida, o mejor dicho, con tantas definiciones que hace que llegar al amor platónico sea fácil y a la vez tremendamente complejo.

La belleza es todo aquello que procura en nuestros sentidos un sentimiento de satisfacción o un estado de placer. Cabría preguntarse entonces… ¿qué nos produce placer?

 

Buscar el placer, la gran complejidad del ser humano

Sentimos placer no solo por aquello que nos agrada a la vista, sino también por aquello que nos causa armonía y bienestar emocional. Esto explica como muchas veces sentimos un amor platónico por personas poco agraciadas físicamente pero con un alma pura, blanca y llena de verdadera belleza espiritual. También explica como algunas veces el amor platónico se presenta ante personas con una belleza física que haría causar envidia al mismísimo Adonis, aunque esa belleza no alcance por completo el alma de ese ser amado. ¡Esa es la complejidad de la belleza, la complejidad del ser humano!

Pero si el amor platónico significa en realidad la motivación que nos impulsa a buscar algo, entonces, nada mejor que la belleza para ser la zanahoria que motive a correr al caballo, pues el concepto de belleza es idealista, reflexivo, personal y atrevido, y tan cambiante que sentir placer se vuelve indefinido.

Sentimos placer por perseguir cosas que no tenemos, pues si las alcanzamos, el sentimiento del amor platónico desaparecerá por un instante y pronto tendremos que volver a la carrera y perseguir nuestra próxima zanahoria cargada de belleza. Y es que el amor platónico es precisamente el acto de tratar de alcanzar algo que no tenemos y que lo deseamos para nosotros con toda el alma.

En cualquier caso, necesitamos estar seguros de que no lo vamos alcanzar, pues si lo alcanzásemos dejaría de ser nuestro amor platónico y se convertiría en algo real y cotidiano de nuestra vida, como nuestra pareja real, nuestros hijos, nuestros mejores amigos…De alguna forma el amor platónico, por su propia esencia de inalcanzable, nos permite vivir con ilusiones y sueños mientras caminamos por el largo y, a veces duro, paseo de la vida.